Al chico de humo le gusta escribir los números con letras, los quesos franceses, las drogas expansivas de la conciencia. Los gatos, los perros, las mujeres jóvenes. El chico de humo no puede con su genio. Sabe así de fútbol. Nadie ha visto como él tanto cine. Se enoja con los taxistas. Lo recuerda todo. Es prolijo, metódico. No se ríe nunca. Es muy inteligente. El chico de humo vive frente a un parque que visita seguido. Le gusta estar solo. Su casa es triste. No cuida ninguna planta. El chico de humo saca lindas fotos. Colecciona muñequitos que atesora. Toca un instrumento. Bebe de la música. Al chico de humo le gusta dibujar. Le gusta bailar. Tener la razón. Que le digan algo que no sabe.  El chico de humo no perdona la contradicción. Los errores semánticos. La falta de inteligencia. El amor. La duda. El chico de humo duerme muy poco. Usa crema en la cara. Quiere cuidar a alguien. No sabe pedir. Al chico de humo no le gusta el tiempo. Le cuesta la paciencia. Dice siempre que no. El chico de humo tiene una remera hermosa con naves espaciales. Su color preferido es el viento. Su metal, el rayo. Su piedra es el whisky. El chico de humo no tiene faltas de ortografía. El chico de humo es un niño índigo.

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El chico de humo padece de algo que muchos padecen, esa enfermedad se llama tiempo. Su cerebro no descansa y no deja descansar a su cuerpo. A pesar de que el chico de humo es el dueño de su propio cerebro no logra que ese órgano trabaje para él y en cambio, es el chico de humo quien trabaja para su cerebro. Así, en el cuerpo del chico de humo todo está al revés. El chico de humo no sabe lo que quiere. Nunca se detiene. No entiende lo que busca. El chico de humo tiene un agujero negro en el pensamiento. Quiere siempre más, quiere mejor, quiere mil. El chico de humo tiene una vida muy difícil. El chico de humo es un serial lover.

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El chico de humo consiguió un trabajo part-time vendiendo humo. Algo tan natural que se siente como si no fuera un trabajo. El chico de humo es buen material. Es elegante, preciso, sabe sonreír como un casanova. Lo aman sus jefes, sus groupies, las voyeurs. Tranquilos: hay chico de humo para todos. Al chico de humo le molesta que los clientes no arriben con una idea clara acerca de la clase de humo que desean. Pero el chico de humo tiene toda clase de humos en stock, una enorme intuición sobre los deseos ajenos y sobre todo, infinita paciencia. El chico de humo sabe explicar las cosas bien. Usa palabras técnicas. Mueve apenas las manos. Traza diagramas complejos. Elabora estadísticas. Al chico de humo le va bien en los negocios. El chico de humo is a natural salesman.

Extractos del relato ‘Un paseo nocturno por la ciudad averno’

 

Karen Damâ nació en Buenos Aires, en un otoño (donde aún vive y hace). En Aguafuertes, publicó la parte 2 de El chico de humo.